Riure molt i sovint; guanyar-se
el respecte de les persona intel·ligents
i l'estima dels nens; merèixer l'elogi dels crítics
sincers i mostrar-se tolerant amb les traïcions
dels falsos amics; saber apreciar la bellesa
i trobar el millor en cada persona; deixar
un món millor; saber que almenys una vida
ha respirat més lliurement gràcies
a la nostra: això és haver triomfat.

Ralp W. Emerson

dimecres, 4 de febrer del 2009

Per predre'n nota... Segarra una comarca per descobrir



Us adjunto avui, un reportatge i guia de viatge especial, sobre es Castells de Frontera de la Segarra.
Potser perquè és una terra que he conegut i en la que hi he viscut grans i bons moments, m'ha agradat que el següent article fos premiat no fa gaire.
Unir culturalment la història i excursionisme és una cosa que sempre m'ha apassionat i em segueix despertant una gran passió. Ja que, què hi ha de millor que fer salut i esport, tot contemplant una part del que hem ho vam ser per valorar el que som i podem ser... quan un camina fa país, coneix la terra i se l'estima sigui d'on sigui i vingui d'in vingui.


Aquí us el deixo...

Guía práctica de La Segarra, castillos de frontera

Esta ruta constituye uno de los proyectos mimados por el Plan Estratégico de Turismo de Cataluña hasta 2015: se lleva una tajada de casi un millón de euros. Destinados a airear una treintena de castillos de tres comarcas, la Segarra, la Noguera y el Urgell, uncidas en este caso por el hilo conductor del Sió. Un modesto afluente del río Segre que recorre unos 80 kilómetros desde que nace hasta que muere en Balaguer. Un centro de información acaba de abrir sus puertas en Concabella, pero ya están listos otros puntos de acogida en algunos de los castillos que se pueden visitar.

La mayor parte de estos baluartes están en la Segarra, cuyo paisaje deja a las claras su condición de frontera. Los pueblos se apiñan en lo alto de un turó (colina), en torno al castillo, o son a veces ellos mismos una ciudadela acorazada. En terrazas escalonadas forman filas de ejércitos de almendros y olivos, árboles frutales y, ya en el llano, mucho cereal y fuerte olor a granja. Mucha riqueza. Ahí está el quid de la cuestión. Por esa despensa se dieron de tortas moros y cristianos. Aquella fue la Marca Superior de los califas cordobeses (la atalaya de Vallforasa es de las más viejas de los árabes) y la primera tierra conquistada de la Catalunya Vella. Para defenderla, los nobles cristianos levantaron torres que pronto se transformaron en castillos de frontera. Guarniciones que engordaron a veces hasta convertirse en aldeas fortificadas. A partir del siglo XIV, alejado ya el peligro, el castillo guerrero se transforma en palau residencial, con ventanales floridos en vez de aspilleras y matacanes, y un aire más galante. Eso fueron, residencia de los señores de la tierra; hasta que éstos emigraron al confort de las ciudades, y los castillos quedaron relegados al estío, o a ser arrumbado símbolo de estatus nobiliario.

Todo esto se explica en el centro de información abierto hace escasos días en el castillo de Concabella. En realidad, Concabella tiene cinco castillos en su término; éste que acoge al centro preside –junto a una iglesia románica– la plaza de un pueblo que se vacía –como tantos por aquí–. Es el único, además, de titularidad pública; todos los demás castillos del Sió son privados.

La intervención arquitectónica y montaje técnico de este centro son ejemplares; excepto en una cosa: a diferencia de cualquier otro museo al uso (de Tanzania a Mongolia, puedo asegurarlo) no hay un solo cartel o indicación en inglés, ni siquiera en castellano; tampoco una versión plurilingüe del magnífico audiovisual, que narra la vida cotidiana en esos microcosmos castrenses.
Se podría empezar aquí la ruta, pero cabe también la opción de tomar como leitmotiv el cauce del Sió. Su biografía empieza en Gàver, donde al acta de nacimiento acompañan un tejadillo y unos bancos –es tan modesto este riachuelo que, en adelante, sólo sabremos que es él si hay un cartel que lo indique, o un reguero de juncos–. A pocos pasos de su fuente, el primer castillo, el de Estarás. Y poco más allá, la primera sorpresa monumental: Montfalcó Murallat. Todo un poblado fortificado en la cresta de un turó, con un amago de plaza porticada, casas fantasmales, un horno comunitario, gatos recelosos. Con dineros de la Unión Europea se están restaurando las murallas, y está listo un centro de acogida. Hay un restaurante (de fin de semana) y una preciosa casa rural. La desolación de esta ciudadela resulta hermosa y conmovedora.

Al ladito está Vergós Guerrejat, algo parecido aunque menos seductor, y en dirección opuesta, Les Oluges, pueblo habitado con castillo-palacio. Para quienes tengan tiempo y no la conozcan, queda a cinco minutos la ciudad de Cervera, bien amurallada, metrópolis fundamental en esta ruta. Su paería ("concejo" en la Cataluña medieval, los alcaldes vuelven a ser paers en cap), su flamante universidad, su prestigio entre las brujas (en el Carrer des Bruixes se congregaban las pertenecientes a la diócesis brujeril de Cataluña), pueden consumir alegremente toda la jornada. Cerca de la ciudad de Cervera se pueden admirar varios castillos; modestos los de la Curullada, Fonolleres y La Cerdosa; mucho más vistosos, y casi juntos, los de Aranyó y Montcortés.

Pero volvamos a tomar el eje de la carretera C-25 y prosigamos hasta San Ramón. Un cartel a la entrada del pueblo pregona su monasterio como "El Escorial de la Segarra". Sin ánimo de faltar: se han pasado siete pueblos con el cartel. Fuera de la Segarra hay centenares de "escoriales" como éste, en el que viven ahora diez frailes mercedarios, y cuya joya mayor es un discreto claustro renaciente. En la iglesia, barroca y simple, amueblada con unos oropeles recientes, un "mosén" explica a una excursión de jubilados porqué San Ramón se apellida Nonato. No nato, no nacido: y es que el santo no nació por las buenas, sino mediante una cesárea, por lo que es patrón de parturientas (éstas rezan por lo bajini: "Sant Ramón, que ixca tan dolç com ha entrat").

De San Ramón a Concabella se llega en un periquete y, vistos sus castillos y centro monolingüe, podemos seguir hasta Guissona. La entrada es disuasoria, grandona y fabril, pero el casco viejo resulta evocador, con un portal de muralla medieval reflejándose en unos lavaderos públicos. Enfrente, excavaciones de la Iesso romana, y un museo; explotan bien lo de los romanos, con fiestas y mercados de época en verano. Cerca de Guissona están los castillos de Sant Guim y el de Vicfred (éste se puede visitar por dentro).

También se visita, y es muy recomendable, el de Florejacs (seguir la L-313 hasta ver la indicación). El pueblo entero parece una fortaleza, y es que eso fue; al perímetro de murallas del castillo se fueron adosando viviendas, y la residencia de los Señores se redujo a poco más que una torre. La visita guiada es muy instructiva. Permite ver cómo respiraban los señores, sus trajes finos, sus revistas de moda, sus viajes y su mundo fabuloso con aroma de otros mundos. Aislado, a un paso de allí, Les Sitges es un castillo de postal.

Hay que deshacer camino y volver a Concabella para ver, más adelante, Les Pallargues (impresionantes la portada y la cocina), Castellnou d’Ossó (una torre romana con postizos medievales) o Montclar (también se visita). Entremedias habremos dejado Agramunt, con sus turrones e iglesia románica, y los castillos edecanes de Preixens y Pradell (LV-3025), o la Torre de Almenara, en la sierra homónima (LV-3231).

Broche de oro para la ruta es Montsonís, un pueblo colgado y muy peripuesto, situado entre las localidades de Artesa de Segre y Foradat. El castillo-palacio pertenece al barón de Albi, que lo tiene reluciente, bien provistas incluso las bodegas (se puede visitar). El final de la ruta es en Balaguer, donde el flaco Sió se vierte al Segre caudaloso. Casi puede verse el abrazo mortal desde el Castell Formós, en lo alto de una colina. El castillo es poco más que su perímetro, pero resulta un excelente mirador; todo lo que abarca la retina es verde y feraz, riqueza líquida y palpable: ahí se entiende bien el porqué de tanto castillo y tanto guardián entre el centeno.

La Ruta de los Castillos del Sió está gestionada por una asociación privada y abarca unos treinta castillos; actualmente están señalizados los más importantes, pero todos quedarán señalizados en carretera. Se pueden visitar por dentro los castillos de Vicfred, Concabella, Pallargues, Florejacs, Montclar y Montsonís; el Centro de Interpretación está en Concabella. Para informarse de horarios o concertar la visita: 973 402 045, http://www.castellsdelleida.com/, y también Fundación Castillos Culturales de Cataluña, http://www.castellscatalunya.com/.

Otras visitas de la ruta

Aparte de los castillos, se puede visitar el monasterio de San Ramón, en el pueblo homónimo, y las ciudades monumentales de Cervera (paería, universidad, murallas y castillo, Carrer des Bruixes, iglesias…), Guissona (portal de l’Àngel y lavaderos, plaza Mayor y colegiata, barrio judío, yacimiento romano de Iesso y Museu de Guissona Eduard Camps, información y reservas: 973 551 414, http://guissona.net/), y Agramunt (iglesia románica de Santa María, Espai Guinovart…). En Balaguer, no dejar de ver el precioso claustro de Sant Domenec, frente al castillo, cruzado el río.

Alojamiento
•En Montfalcó: Cal Raich (649 911 245 y http://www.calraich.com/), una preciosa casa rural en un entorno único.

•En Torà (cerca de Guissona): Hostal Jaumet (Ctra. d’Andorra, s/n. 973 473 077 y http://www.hostaljaumet.com/), una casa de postas con más de cien años de historia que dispone también de un afamado restaurante con recetas de la yaya Ramona y cocina de mercado.•En Guissona: Fonda Santesmasses (La Font, 11. 973 550 031 y http://www.casafonda.com/), pequeño hostal familiar que se remonta nada menos que al año 1612.

•En Cervera: Hostal La Savina (C/ dels Horts, 2. 973 531 393 y en http://www.hostallasavina.com/), un establecimiento con piscina.

•En Agramunt: Hotel Kipps (Ctra. de Pons, s/n. 973 390 826 y en http://www.kipps.es/), con piscina.•En Ossó de Sió: Masía Cal Guim (973 251 976 y en la página http://www.calguim.com/).

•En Florejacs: Les Salades (Camí d’Agramunt, 17. 626 227 488 y http://www.florejacs.com/), casa rural construida según principios del Feng Shui; bellas vistas.

•En Lleida: AC Hotel Lleida (Unió, 8. 973 283 910 y http://www.ac-hotels.com/), con mucho estilo y arte. Hotel Catalonia Trànsit (Plaça Ramón Berenguer IV, s/n. 973 230 008 y en http://www.hoteles-catalonia.es/), en un precioso edificio decimonónico.
Ver oferta de casas de payés en http://www.lleidarural.info/.

Restaurantes

•En Montfalcó: Restaurante Montfalcó (973 531 755, fines de semana y vacaciones).

•En Florejacs: La Redolta (Camí d’Agramunt, 17. 626 227 488), cocina tradicional para disfrutarla en un ambiente simpático.

•En Guissona: Fonda Santemasses (ver hoteles), Cal Cassoli (Av. de Ponts, 14, 973 552 067), cocina casera, y El Rebost de la Segarra (Santa Margarita, 6, 973 551 659), cocina de mercado.
•En Cervera: Les Forques (Avda. Catalunya, 4, 973 531522), cocina regional, caracoles a la llauna.

•En Montsonís: Celler de can’ Arnau (situado en la calle mayor y único de esta localidad. 973 401 118), practica la llamada cocina de la miel.

•En Ponts: Lo Ponts (Carrer de Calaf, 2. 973 460 017 y http://www.loponts.com/), el chef Ramón Gaspà practica también la cocina de la miel y cocina tradicional con productos autóctonos y de temporada.

Accessible a:

http://www.revistaviajar.es/Escapadas/Castillos-de-frontera-en-09-2008-67682.html

(3 de febrer de 2009)